MACARENA OLONA

Olona se emociona a su llegada a Santiago: «Esto no es una meta, es un nuevo punto de salida»

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Rodrigo Villar

Último día del Camino de Santiago con Macarena Olona. El punto de salida se encuentra a cinco kilómetros de O Pedrouzo. Son las 08:00 horas y el sol anuncia una llegada triunfal a la capital de Santiago. «El santo nos acompaña», dice un seguidor de Olona mirando hacia el cielo.

El Camino es cansado y las ligeras cojeras revelan heridas ocultas tras las botas polvorientas. Es la penitencia del camino, es el rastro que el lastre deja cuando lo vas soltando. Poco después, tras una ristra de albergues y como si de una aparición se tratase se divisa el Monte do Gozo o colina de San Marcos. Allí vemos por primera vez la Catedral. Se encuentra en el horizonte. Nuestras esperanzas se renuevan con la vista panorámica, pero «la familia del Camino» de Macarena Olona echa en falta un símbolo fundamental en un peregrinaje cristiano: la cruz. «Han quitado la cruz. Antes aquí había un monumento al peregrino con una cruz. Seguro que ha sido la izquierda que no le gustan las cruces», expresa indignado un peregrino. A pesar de tal ausencia, nos sentamos a descansar y algunos aprovechan para hacer fotos. La vista es un regalo, pero a medida que nos acercamos a nuestro destino el vacío se hace cada vez mayor. «Es una satisfacción, pero el camino llena tanto y conoces a tanta gente que pensar en llegar da miedo. Sientes un poco de vacío».

Antes de continuar con el Camino, el padre Javier, el sacerdote que acompaña a Olona, pronuncia una emotiva oración a favor de la ex diputada de Vox: «Oh Dios, que nos pusiste a Macarena Olona como guía en este Camino de Santiago, te pedimos que seamos como tu Apóstol, amigos del Señor. Queremos servirte a ti sobre todas las cosas, pero también queremos acompañar a tu amada hija en su trabajo de amor por España, tu patria siempre querida y amada. Que siempre tengas tu mirada de amor sobre tu hija, que le acompañes, le instruyas y le mantengas siempre con tu protección para que España vuelva al camino de la fe. España necesita mujeres llenas de pasión, de fe y de inteligencia como Macarena para que no caigamos en el fracaso, el miedo y el error. Que tu gracia y nuestras oraciones le enseñen cuál es el camino que debe de recorrer».

Nos quedan dos kilómetros hasta el esperado destino. Entramos en el barrio de San Lázaro, que se encuentra a las afueras de Santiago y ya comienzan a escucharse vítores hacia Macarena Olona. «¡Viva España!», «¡Viva Macarena!», otros cantan y lanzan vivas a la Policía Nacional cada vez que aparece un furgón. El ambiente es festivo, no hay insultos de adversarios políticos, nadie ha acudido a boicotear el camino. «Estábamos atentos por si aparecían comunistas o independentistas, para proteger a Macarena, pero gracias a Dios no ha pasado nada».

Más tarde, llegamos a Santiago. Entramos triunfales en la plaza del Obradoiro entre cámaras de televisión y gritos de «¡Viva Macarena!». La que fuera uno de los pilares fundamentales del partido de Abascal, se va directa a la Catedral de Santiago de Compostela. Quiere escuchar misa. Las declaraciones las deja para más tarde. Entramos por la plaza de platerías que está flanqueada por dos singulares edificios: la antigua casa del deán de la catedral y el museo del peregrino. La entrada al templo está abarrotada. Entre tanto algunas despedidas. Olona abraza a los que ya se marchan. Ya han cumplido.

Por fin entramos en la Catedral. La misa, soberbia y tradicional, es acompañada de cantos gregorianos. Macarena reza en silencio. Da las gracias al Santo Apóstol por conseguir llegar ante él. La música, la piedra milenaria, la mística de la eucaristía, todo ello regenera, reconstituye, renueva. Olona está ante un punto de partida que le brindará un nuevo comienzo. Es consciente de ello. Tras la misa y el rezo, Macarena Olona pasea tranquila por la catedral, no puede besar al santo por las restricciones sanitarias, pero deposita un ramo de flores en la tumba del Apóstol.

A la salida todos los medios la rodean. Está tranquila y da las gracias a Galicia por la acogida. «Durante el Camino yo llevaba mi peso, hemos ido dejando piedras que representaban los pesares que dejas atrás. Lo único de lo que no hemos hablado en la familia del camino es de la política». Además, añade que «ha pasado el tiempo de reflexión» y que ahora toca «el tiempo de ejecución». «El Camino no es el final sólo el principio. Esto no es una meta, es un nuevo punto de salida», ha afirmado.

Ahora toca esperar cuál va a ser la siguiente meta de la ex diputada de Vox. ¿Volverá con los de Abascal? ¿Creará su propio proyecto político? Sólo el Santo Apóstol lo sabe.

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